Antes de empezar, te recomiendo que si buscas consejos a la hora de buscar casa en Londres, o en reino unido, leas éste otro artículo, ya que hoy vengo más que nada a contar los sitios en que acabé viviendo.
Hace ya casi cuatro años que llegué a la capital de UK, me presenté con una maleta en el Hostel Nº Eight, en Willesden, ya que era uno de los hostales más baratos de Londres, aunque pillaba un poco lejos del centro de la ciudad, pero como dice el dicho: “a quien aguas caen, tomates crece”. En ese hostal “viví” alrededor de mes y medio, “viví” entre comillas, porque la palabra más apropiada sería sobreviví jajajajaj. Y si lo dudas, léete este otro artículo.
La cuestión es que llegó Halloween, y los precios del albergue se dispararon. Samu, (un amigo que hice allí), y yo, nos negábamos a pagar unos 50 euros/noche por una cama en una habitación con más de 20 personas, así que decidimos pillar el saco de dormir e ir a ver el panorama en la estación de tren de Victoria: puros homeless. Pero no preguntéis como, acabamos durmiendo en un restaurante japonés, en el que nos hicimos una buena tortilla de patata para cenar. (El restaurante japonés compite por el puesto del lugar más raro en que he dormido junto con: una cabina telefónica; debajo de un puente; a las puertas de un cementerio en un campamento gitano; un antiguo centro de rehabilitación de alcohólicos; una gasolinera abandonada al lado de un puti; un pesebre; y un campo de golf. Pero todo esto puede dar para escribir otra gonzaventura, así que lo dejamos para otra ocasión.)
Pasamos en aquel restaurante dos noches, hasta que terminó Halloween y los precios en Londres bajaron. No queríamos volver a aquel antro del que incluso habíamos compuesto una canción que empezaba diciendo “garrapatas, chinches y ratones, aquí en el hostel, ya hasta los cojones”, así que para evitar volver nos buscamos otro albergue, esta vez todavía más alejado, pero había muy buen rollo, ¡y el billar a 20 céntimos! Era el London Backpackers, en Hendon.
Aunque todo estaba más limpio,etc. el hostal también tenía sus personajes míticos. Corrían los rumores de que había un hombre al que muy pocos habían visto, que llevaba viviendo allí 7 años en un colchón en el suelo. No sé si será verdad, pero no me sorprendería.
En aquel curioso lugar viví también alrededor de mes y medio, y antes de navidad, para evitar de nuevo la subida de precios de los albergues, me mude a una casa en el barrio de Golders Green. Me mudé a una twin room junto con Patrick, un amigo que hice en el albergue. Poco después llegaron a esa misma casa Judith y Alex, otros amigos que habíamos hecho en el Hostel, así que a excepción de las 4 personas que ya vivían ya allí , todo quedaba en familia. Recuerdo que a pesar del frío gélido, hicimos una barbacoa en pleno diciembre para celebrarlo.
Pasaron tres meses, con cierta pena dejé aquella casa, y me volví a España de vacaciones. Fue entonces cuando grabé el primer vídeo de Gonzaventuras, y a mi vuelta a Londres me alojé de nuevo en el primer hostal en que había estado. Coincidí con Edu, a quien ya conocía de mi llegada a Londres, y un mes después nos mudamos a una casa que justo dejaban Borja y Sebas, otros viejos amigos. Casa la cual puedes ver en el vídeo de más arriba.
En esa casa estuve viviendo alrededor de año y medio, como siempre alejada del centro de la ciudad, pero por 55 libras la semana y su cercanía a mi curro, merecía la pena. Compartí habitación con Edu unos meses, al tiempo él se fue y entró en su lugar Gaby, un amigo suyo recién llegado de Málaga al cual yo llamo “El último superviviente” ya que él sigue con sus aventuras por Londres.
El dos de agosto de 2014 dejé el trabajo y la casa, y puse rumbo de vuelta a España en bicicleta.
La moraleja de todo esto, es que la vida del emigrante, y la vida en Londres da muchas vueltas, nos pone a prueba, y nos fuerza a adaptarnos al cambio, haciendo de nuestras personalidades algo más resilientes. Y nos recuerda, que ‘vivir en Londres es como subir una montaña, subir y subir… sin tener muy claro hacia dónde, pero seguir y seguir… y cuando has llegado arriba, ahí donde soñabas cada día, de repente surge la decepción, no era como tu creías ¿y sabes porque? Porque no es el destino, es disfrutar del viaje hacia el destino.’